Entrevistamos hoy a Irati Suarez, jefa de estudios de educación primaria e infantil, para que nos presente un espacio nuevo de Trueba Ikatetxea, el rincón de la calma. Un lugar muy especial donde el alumnado puede seguir trabajando las emociones; un espacio al que acuden a pensar, a reflexionar o compartir aquello que les preocupa.
- Para poder hablar de emociones con el alumnado, imaginamos que primero tienen que entender qué son, sobre todo a ciertas edades, así que nuestra primera pregunta sería: ¿Cómo podemos explicar las emociones a los niños-as?
Si, lo primero que trabajamos con el alumnado es la identificación, acorde con su edad, de las emociones más comunes en niños-as. Aunque las emociones sean las mismas, no se siente, entiende, ni trabaja de la misma manera la ira, el amor, el miedo en niños-as de primero o de sexto de Educación Primaria.
Todos nacemos con emociones, pero la manera en la que actuamos ante ellas puede ser innata o adquirida y es ahí donde hacemos hincapié, en aprender a gestionar dichas emociones, ya que eso nos va a ayudar a saber cómo actuar en cada ocasión, no se trata de reprimir emociones como la rabia, la tristeza o la ira, sino de entender que forman parte de nuestro día a día y tenemos que aprender a expresarlas dependiendo del momento, la situación…
Por eso explicamos cada emoción separada, poniéndole nombre, con naturalidad y sobre todo dando ejemplo, el alumnado aprende principalmente por imitación, por eso, intentamos que se pongan en situaciones reales con cuentos, mini teatros etc.
En Educación Primaria tenemos un rango de edad bastante amplio, con lo cual, no se trabaja lo mismo con niños-as de 8 años que con niños-as de 11 años. A mí, personalmente, me gusta trabajar mucho mediante cuentos con los más txikis.
Pueden ser cuentos donde simplemente se describen emociones para luego tener conversaciones o cuentos que emocionan, es decir, dónde el alumnado pueda vivir experiencias desde una distancia, poniéndose en el lugar del personaje, esto les permite valorar la reacción de cada emoción y reflexionar sobre las suyas propias.
Una dinámica que estamos llevando a cabo en sexto, por ejemplo, es la creación de un mural, estamos trabajando la emoción del amor creando el llamado “árbol del amor” en el que cada alumno trabaja un rasgo específico del verbo amar como respetar, escuchar, la generosidad, la libertad… Ahora mismo tenemos un árbol triste, sin hojas ni frutos, ni flores, y con la aportación de cada uno de ellos llenaremos el “árbol del amor”.
El amor es como una planta, hay que regarlo y cuidar cada hoja que lo embellece.
Nuestro mural se convertirá en un árbol frondoso y lleno de frutos.
- ¿Por qué es importante trabajar las emociones con el alumnado?
No sólo es importante, es fundamental. Educando en emociones, estamos preparando a los niños-as para una vida más feliz, dándoles herramientas para que conozcan y comprendan sus sentimientos y los de sus compañeros-as, para así autorregularse cuando sea preciso. Si tenemos un adecuado control de nuestras emociones, conseguiremos gestionar mejor las situaciones de nuestro día a día y construir una vida mucho más estable y equilibrada.
- ¿En este momento tan especial que estamos viviendo con la pandemia sanitaria, veis necesario reforzar aún más este trabajo emocional? ¿Por qué? ¿Cómo veis que les está afectando?
La pandemia ha sido y sigue siendo difícil y está creando situaciones más trabajosas. Hemos tenido que poner el cole un poco patas arriba para conseguir la seguridad sanitaria: nos movemos en filas, limpiamos manos, superficies, las mascarillas nos acompañan en todo momento y no podemos movernos por el centro con tanta libertad como antes.
Además, no debemos olvidar que los niños-as ven y escuchan hablar a los mayores de lo que está pasando o quizá hayan tenido una experiencia cercana con la enfermedad. Todo esto, que tampoco es fácil para los adultos, es muy probable que provoque en los más pequeños también emociones negativas como ansiedad o miedo. Personalmente creo que hay que enfocarlo de otro modo: no hay emociones buenas o malas, todas son necesarias, evidentemente hay unas emociones más agradables que otras, si enseñamos a gestionar éstas menos agradables, dejaremos de verlas como negativas, así que sí, en las circunstancias actuales vemos muy necesario reforzar este trabajo que hacemos.
Esta situación afecta tanto a alumnado como a profesorado y en esto, tenemos mucho que aprender de los mas pequeños, siendo ellos los que mejor se adaptan a la nueva realidad, aunque es cierto que les está pesando toda esta situación. “Que desaparezca el Covid” ya es el deseo principal de la mayoría de ellos-as.
- ¿Habéis hecho en el Trueba algún refuerzo o acción especial para fomentar el desarrollo y expresión de las emociones del alumnado?
En el día a día estamos continuamente ejercitándonos emocionalmente, tanto niños -as como adultos de manera inconsciente. En Trueba desde hace ya unos años hemos entendido que la educación emocional tiene que ser un gran pilar de nuestro proyecto educativo (Truebahaziak) y se trabaja con un enfoque transversal, adjudicándole también tiempos y espacios específicos en nuestros horarios para poder trabajar este aspecto de manera más consciente. Queremos enseñar a nuestro alumnado a poner en marcha habilidades tan básicas, y a veces tan difíciles de gestionar, como la empatía, el respeto, el responsabilizarse de sus actos…
Semanalmente dedicamos sesiones a hacer mindfulness, para aprender a respirar conscientemente, para hablar de cómo nos sentimos… estas cosas que parecen tan básicas, pero en el día a día se pueden escapar.
Es una maravilla escuchar a los niños-as hablar tan natural y consciente de cómo se sienten.
- ¿Qué beneficios proporcionan a los estudiantes las clases de H@zimozionatu ?
Como anteriormente he comentado ya es beneficioso simplemente porque son espacios de tiempo donde paramos, y parar de vez en cuando es bueno. Parar para reflexionar, descansar, respirar, hablar…
La educación emocional ayuda a mantener relaciones interpersonales sanas y de calidad, aumenta muchísimo la motivación y la autoestima. Los beneficios son muchos, en definitiva, lo que queremos conseguir es que estos niños-as sean adultos equilibrados y tenemos que darles herramientas para que puedan conseguirlo.
- ¿Qué hacéis para que Trueba sea un colegio competente emocionalmente?
Lo primero y más importante es la formación del profesorado. La mayoría de los adultos somos muy poco competentes emocionalmente, por eso es muy importante que nosotros mismos recorramos un camino que nos lleve a la inteligencia emocional.
Lo más importante es enseñar a respetar cada emoción, dándole su espacio, asumiéndola y hablando de ella con mucha naturalidad, en esto los niños-as nos sacan bastante ventaja.